tag:blogger.com,1999:blog-63177626387246241322024-03-12T17:04:29.818-07:00Zumatra y la mecánica de tu corpiño"para gente con sobredosis de abstinencia".http://www.blogger.com/profile/05110752531256353009noreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-6317762638724624132.post-58165777679527047832008-06-10T10:39:00.000-07:002010-05-10T22:48:11.597-07:00Zumatra y la mecánica de tu corpiño© Walter Iannelli, 2005<br />
© Ediciones de La Cultura, 2005.<br />
isbn 987-05-0323-3 <br />
80 páginas. 13 x 20 cm.<br />
www.lacultura.com.es<br />
<br />
<br />
-----------------------<br />
<br />
<br />
<br />
“Usted, al despertarse esta mañana, / vio cosas, aquí y allá,/<br />
objetos, por ejemplo./ Sobre su mesa de luz / digamos que vio una lámpara, / una radio portátil, una taza azul./ Vio cada cosa solitaria / y vio su conjunto./ Todo eso ya tenía nombre. / Lo hubiera escrito así. / ¿Necesitaba otro lenguaje, / otra mano, otro par de ojos, otra flauta?/ No agregue. No distorsione. / No cambie / la música de lugar. / Poesía / es lo que se está viendo.”<br />
Joaquín Giannuzzi <br />
<br />
<br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Los que esperan en Zumatra</span></strong> <br />
<br />
<div align="justify">Alguien llama a una puerta de Zumatra y nadie atiende.<br />
Alguien sigue llamando a pesar de todo.<br />
Llama con las manos con las aldabas<br />
y con la oscuridad que<br />
le viene de la lluvia<br />
de los búhos.<br />
Alguien llama pero no espera que le abran<br />
porque en Zumatra siempre es tarde<br />
y hay ojos en las paredes que se ríen del que espera.<br />
En Zumatra se bajan las celosías y<br />
los belfos de los caballos exhuman el aire<br />
le dan olor a entierro.<br />
Los pabilos no se protegen<br />
y apenas se reconocen las caras de los amigos.<br />
Entre ellos se miran sin indolencia<br />
y se apiadan mutuamente de sus vidas.<br />
<br />
Cuando sale el sol en Zumatra<br />
siempre alguien espera en la puerta de alguien<br />
y las mujeres pasan como correlimos rumbo al mercado.<br />
Ellas aparecen cantando entre dientes<br />
una canción que aprenderán los chicos<br />
y que muy pronto se llevará el viento.<br />
Habrá un ajetreo de puertos y el murmullo de las máquinas<br />
irá creciendo como una nube de mosquitos.<br />
Luego el sol se irá de a poco<br />
y sólo se oirán los últimos silbatos de las fábricas<br />
y los que esperan se incorporarán sobre sus plantas<br />
remendarán sus llagas<br />
y con la primera oscuridad<br />
volverán a golpear las puertas cerradas<br />
para que nadie les abra.<br />
<br />
<br />
<br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><div style="text-align: right;">“Todos los días amanezco a ciegas</div><div style="text-align: right;">a trabajar para vivir..."</div><div style="text-align: right;">César Vallejo</div><br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Lucidez del vidrio</span></strong><br />
<br />
Lavo la vidriera a la mañana<br />
y me siento a mirarla.<br />
Del otro lado calle y gente<br />
calle y gente.<br />
Demasiado claro<br />
demasiado cerca el mundo.<br />
Un encanto opresivo<br />
dual<br />
me lleva siempre<br />
a ensuciarla de nuevo.<br />
Reptiles que no hacen equilibrio<br />
sobre sus cuchillos.<br />
<br />
Entonces pego en el medio del vidrio un<br />
pequeño cartel<br />
-vuelvo en un minuto-<br />
<br />
y así<br />
moscas, hollín mediante<br />
se va haciendo otra vez la vidriera.<br />
<br />
Cartel y suciedad<br />
la traen a mis ojos<br />
que no quieren mirar a través.<br />
Apenas detenerse en el espesor<br />
en su inmaculada prepotencia<br />
su más atinada refracción.<br />
Contención del vidrio en su impostura mediata<br />
en su lenta opacidad prefabricada.<br />
<br />
Vidriera chupete<br />
Vidriera estilete.<br />
Lucidez del vidrio que no cesa. </div><div align="justify"><br />
<br />
<br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><strong><span style="font-size: 130%;">El repasador de Mamá</span></strong><br />
<br />
Mamá hizo pollo al horno y se limpió las manos.<br />
Si la historia del mundo está en la manija de una taza<br />
el universo vive en el repasador de la vieja.<br />
Un choque de Galaxias<br />
un caldo primordial<br />
la representación del total<br />
en un cuadrado de tela.<br />
(¿El ojo de mi hija visto por el Dr. Umpiérrez<br />
a través de una lámpara de hendidura?<br />
¿El ventilador centrífugo que convierte lo chico en lo grande?<br />
¿La piletita centrípeta llevándose las miguitas,<br />
haciendo de lo grande lo chico?<br />
Iguazúes que se comen la ceguera<br />
la luz.<br />
Una gota de sangre que de pronto es la pared roja<br />
donde cuelga tu foto de casamiento.<br />
Un mundo adentro de otro.<br />
El dinosaurio Barney naciendo en el útero de una hormiga.<br />
La ecografía de esa hormiga que pisó la cabeza de Dios.)<br />
El repasador de mamá.<br />
Qué grande la vieja. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Memoria de la Carne</span></strong></div><div align="justify">Pongo carbón<br />
papel<br />
y enciendo el fuego.<br />
Después del primer vino<br />
flota en el aire<br />
-a la luz del hierro caliente-<br />
el olor a grasita chamuscada de viejos asados.<br />
Fantasmas que en su gotear<br />
son<br />
el perentorio ahora de mi nariz<br />
<br />
domingos o lunes o jueves<br />
que se funden en el aire<br />
en el acto único de mirar las chispas<br />
teofanía del presente.<br />
<br />
No hay nada que decir del tiempo.<br />
Parece que se mueve<br />
pero se queda ahí<br />
por ejemplo<br />
agarrado a los fierritos de una parrilla. </div><div align="justify"><br />
<br />
<br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>Poema mínimo para mi sicoanalista</strong></span></div><div align="justify"><br />
Por ansiedad<br />
gozo<br />
todos los días un poquito<br />
por no poder<br />
o no saber<br />
esperar<br />
el goce completo.<br />
<br />
Y entonces algún día moriré<br />
de sobredosis de abstinencia. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>Un día en Zumatra</strong></span><br />
<br />
Un día en Zumatra<br />
sin piel que cubra las cosas<br />
sin bisagra.<br />
Un día en Zumatra para comprar<br />
flores sin destino<br />
<br />
un río un mapa un zumatrino.<br />
<br />
El corazón media en sus<br />
raíces y no hay<br />
cómo detenerlo.<br />
Las nubes, por ejemplo, están. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">La Mecánica de tu Corpiño</span></strong><br />
<br />
Conocer<br />
con los ojos cerrados<br />
la forma en que el mundo opera<br />
es un suave secreto.<br />
Decreto que en su mera operación<br />
descifra la enjundia<br />
la oscuridad de esos ganchitos<br />
guardianes<br />
ante la ley de tu espalda.<br />
<br />
No hay mejor modo que<br />
con los ojos cerrados.<br />
La mecánica y la física en la sublimación<br />
de pequeños metales incandescentes<br />
negándose a liberar<br />
las fuerzas ocultas de tu universo.<br />
<br />
Mis dedos no ven.<br />
Todo es olor<br />
humedad<br />
viento fresco que mueve las cortinas<br />
en la ventana.<br />
Será la imposibilidad<br />
un roce de tela sobre piel<br />
un ciego que disfruta ser visto. </div><div align="justify"><br />
<br />
</div><div align="justify"><br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>El que sabe en Zumatra</strong></span><br />
<br />
Quién podría contestar sino<br />
Yo, que inventé el tiempo<br />
y pedí premura.<br />
Yo, que prohijé<br />
y tuve olvido.<br />
Yo, que construí infinito<br />
y medí el paraíso.<br />
Yo, que hice luz y<br />
propuse infierno.<br />
Yo, que te di instinto<br />
y pedí mesura.<br />
Yo, que no contesto preguntas. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Los lavanderos de Zumatra</span></strong><br />
<br />
Nuestro brillo es matar<br />
mugre contra mugre.<br />
Tanteamos en la oscuridad<br />
desciframos las siglas del detritus<br />
cotidiano.<br />
Traductores eternos de un idioma<br />
vicario de la piel<br />
decantado en ropas.<br />
Un fin de la cadena.<br />
<br />
¿Mientras fregamos quién nos mira?<br />
<br />
Sanguijuelas en su fiel precipicio<br />
hablando a media voz<br />
por los rincones.<br />
<br />
Somos los lavanderos.<br />
Nuestro brillo es matar<br />
gestos<br />
que quedan en la ropa<br />
que se desprenden como hormigas.<br />
Canciones no cantadas<br />
Fantasmas laterales.<br />
<br />
La herramienta es la furia<br />
ese tramo de agua del que<br />
ya<br />
nada sabremos.<br />
<br />
La tarea<br />
devolver prendas sin restos<br />
de pertenencia.<br />
<br />
¿Quién irá a buscar en cloacas<br />
la vida más importante?<br />
¿Quién sino nosotros<br />
pequeños vampiros de urbanidad?<br />
<br />
(Nos sigue una horda que blasfema: ¡Por el orto, por el orto!<br />
Pero no hacemos caso.)<br />
<br />
Nuestro brillo es matar<br />
mugre contra mugre.<br />
En el jabón<br />
encontraremos aliado<br />
para limpiar al mundo de historia<br />
<br />
mercaremos camisas limpias<br />
con perfume a olvido.<br />
<br />
El trabajo del verdugo<br />
filo contra filo. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>Cine de los ojos cerrados</strong></span><br />
<br />
Luz y pasto verde<br />
en la casa de tío Vicente y madrina Bárbara.<br />
La mesa de madera rústica al fondo de la casa<br />
bajo el alero<br />
el pan, las sillas de paja.<br />
<br />
Las gallinas picotean la tierra<br />
los caballos duermen parados contra los árboles.<br />
<br />
La calma es azul y el tío Vicente levanta en su brazo<br />
la mulita despellejada.<br />
<br />
—Decile a papi que es conejo, si no, no va a comer —me dice mamá<br />
y yo asiento con la cabeza.<br />
<br />
Por el hueco de la puerta veo a mi madrina poner<br />
leña en el hornillo de barro.<br />
Sus manos se mueven aquiescentes<br />
como el agua de lluvia que el viento inquieta<br />
en el fuentón de lata.<br />
<br />
Mi viejo se sienta a la mesa<br />
juega con un pan<br />
le saca la miga<br />
<br />
todo el fulgor del mediodía<br />
nos acusa<br />
en el mantel<br />
en los sonidos del campo que de tan nimios<br />
parecen desgarrar un himen.<br />
<br />
Mi hermana no quiere complicidades.<br />
Va a ver si los higos están maduros.<br />
A mí me perturba que un bicho cambie<br />
de identidad en la cacerola.<br />
<br />
Mentiras que nos dice la muerte.<br />
Mamá corta queso y salame<br />
el tío viene con las manos limpias<br />
me acosa con un juego de naipes.<br />
Y entonces la distancia me mira<br />
como los gauchos de las fotos<br />
<br />
puertas abiertas por donde entra frío<br />
babas del diablo.<br />
<br />
Madrina ríe con mamá<br />
risas tan parecidas<br />
vértice de una felicidad que<br />
vuelve<br />
siendo otra.<br />
Y papá aburrido de cavar túneles en el pan<br />
pregunta por el conejo.<br />
<br />
—Una vez comí conejo. Creo que me gustó —dice.<br />
<br />
La luz se apaga<br />
siempre<br />
en los mismos instantes.<br />
<br />
Y vienen los títulos. </div><div align="justify"><br />
<br />
<br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><div style="text-align: right;">"Sólo fantasmas recorriéndonos hasta el final"</div><div style="text-align: right;">Néstor Mux</div><br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>Las fotografías de Zumatra</strong></span><br />
<br />
Fantasmas recorriéndonos hasta el final<br />
caras atrapadas en película<br />
un instante antes o después de lo inalterable.<br />
<br />
Las fotografías de Zumatra<br />
se agrietan bajo el peso de su propio azogue<br />
ante la mirada de quien las mire<br />
de quien advierta en ellas esa oscura luz<br />
que dejó escurrir el tiempo<br />
donde no se debía.<br />
<br />
Por eso se amarillean con apuro<br />
como si quisiesen recuperar los movimientos robados<br />
con una ansiedad que les apresura la vejez.<br />
Entonces los gestos siempre son anhelantes<br />
las manos siempre están pidiendo ayuda como<br />
en un leprosario.<br />
<br />
Las fotografías de Zumatra no se pueden mirar<br />
porque después deviene un vacío<br />
un ansia intolerable de caer dentro de ellas<br />
y el miedo es tan profundo<br />
que de inmediato cerramos los libros<br />
los cajones<br />
la verdad. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Efímera gloria de la mañana</span></strong></div><div align="justify"><br />
Esa extraña lucidez<br />
suave adrenalina<br />
que<br />
noticiarios<br />
bocinas de autos<br />
innumerables cigarrillos<br />
van tornando en tibia moral.<br />
<br />
Eso<br />
que ceniciento de cenit<br />
termina por abrumarnos a las tres de la tarde.<br />
<br />
Eso que el transcurrir<br />
nos quita de a poco<br />
y vislumbra en la noche<br />
una lluvia de apócrifos sitios<br />
donde ajustar las tuercas<br />
vampiros de whisky y leche<br />
estorninos<br />
<br />
Eso que nos despierta otra vez al día.<br />
Visión de falso milagro.<br />
Efímera gloria de la mañana. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">El ciego de Zumatra</span></strong> </div><div align="justify"><br />
Su mirada se murió<br />
de tanto gastar los contornos.<br />
Ahora espera otra mirada<br />
entorna los párpados<br />
y sueña venir de la penumbra<br />
chispazos de pedernal que<br />
iluminen<br />
gestos olvidados<br />
otros párpados.<br />
<br />
Parece que duerme<br />
y sin embargo vive<br />
una vida nueva<br />
una nueva derrota.<br />
<br />
No puede verse<br />
moneda vuelta cara a tierra<br />
luna enterrada en su barataria.<br />
Se le pudrieron los ojos.<br />
Ahora la luz acecha. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">El carnicero de Zumatra</span></strong><br />
<br />
De día atiende una carnicería de barrio.<br />
Corta milanesas<br />
reniega con la grasa del asado.<br />
Despacha el camión del matarife.<br />
De día<br />
malogra los mejores cortes<br />
se mancha puerilmente con sangre<br />
escucha a las viejas quejarse<br />
de que el bofe para el gato<br />
está abombado.<br />
<br />
De noche escribe poemas en el lomo de las vacas. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Los consorcios de Zumatra</span></strong><br />
<br />
Un hombre alquila un local en un edificio.<br />
Pone un negocio. Trabaja trabaja trabaja.<br />
Guarda el dinero ganado bajo cerrojo<br />
en una pequeña caja empotrada en la pared que da al patio.<br />
Desde el balcón del cuarto piso<br />
un vecino ocioso en camiseta<br />
meta mate<br />
aprende sus movimientos<br />
lo ve resuelto<br />
a cada rato<br />
a confirmar la fortuna que se acumula en la gaveta.<br />
<br />
No hay inquina. No hay codicia.<br />
<br />
El de arriba se rasca los sobacos y vuelve al aprendizaje<br />
el de abajo repite su acto varias veces al día.<br />
El de arriba tiene un malvón rojo en una maceta<br />
el malvón se muere, resucita, de acuerdo al sobrante de<br />
agua en la pava.<br />
<br />
Un día la maceta se eleva en las manos que acaban de dejar el mate<br />
y se detiene en la cornisa descascarada del balcón.<br />
El de abajo parece que trabaja.<br />
Sigue saliendo a cada rato.<br />
Mete la guita. Cierra con llave.<br />
No hay inquina.<br />
El malvón cada vez más cerca del vacío.<br />
No hay codicia.<br />
Otro día el de abajo sale y el de arriba le da el último<br />
toquecito al destino.<br />
El malvón vuela y vuela la maceta.<br />
En el vértigo de la caída<br />
la belleza de la flor se aminora<br />
aumenta el peso específico de su continente.<br />
<br />
El de abajo se despatarra llave en mano. Finado.<br />
El de arriba siente que no ha podido evitarlo.<br />
<br />
El detalle del dinero será un ardid<br />
para que el de abajo salga al patio<br />
suavizar el mensaje fatalista.<br />
Pero el del mate: ¿Por qué mata?<br />
Quizá porque estaba a mano hacerlo.<br />
<br />
No hay inquina. No hay pasión.<br />
Apenas lo indefectible.<br />
Cosas que a simple vista parecen querer<br />
cerrarse tarde o temprano.<br />
El consorcio prohibirá flores en los balcones. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>Misterios de lo sólido y lo gaseoso</strong></span><br />
<br />
Te confieso:<br />
no sólo la vida no es lo que soñamos<br />
sino que<br />
a veces<br />
los sueños<br />
ni siquiera son lo que queremos soñar.<br />
<br />
Te digo:<br />
me mentiste<br />
como sólo miente la verdad.<br />
Pensé que eras un pedo<br />
y con una sonrisa a flor de labios<br />
me cagué. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Himno de Zumatra</span></strong></div><div align="justify"><br />
Espadas<br />
zarzas acostadas en el viento<br />
somos en la herida<br />
beatíficos sepultureros<br />
y sostenemos<br />
a la muerte<br />
por el codo<br />
un último instante.<br />
<br />
Oh, no piensen mal los concretos<br />
la muerte siempre nos vence<br />
y nuestros fracasos<br />
son alimento de la tierra<br />
su perentoria fatiga.<br />
<br />
Nos guarda un verso<br />
una música<br />
pero las mangas de nuestros sacos<br />
están siempre sucias<br />
tenemos mugre y olor a cebo en las<br />
solapas.<br />
Mentimos<br />
y apenas la pericia en la derrota<br />
nos lleva una vida.<br />
<br />
Todo está hecho para concluir<br />
las cosas buscan su vórtice<br />
como<br />
los<br />
remolinos<br />
y el verdadero pragmatismo<br />
debiera advertirlo<br />
<br />
entonces<br />
seremos precursores<br />
devendrá<br />
una especie de renacimiento<br />
<br />
nos harán fiestas<br />
nos degollarán con el pico<br />
del cisne estrangulado.</div><div align="justify"><br />
<br />
<br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><div style="text-align: right;">"...el silencio profundo sobre todos los puentes..."</div><div style="text-align: right;">Jacobo Fijman</div><br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Ficticia liberación de Tántalo</span></strong><br />
<br />
En el silencio<br />
una calle vuelve de una noche sin regreso<br />
tres baldosas han transcurrido y tu boca<br />
brilla en la piedras.<br />
Pero sí<br />
no hay otra manera de besarte.<br />
<br />
Ahora que todo tiene nombre<br />
boca<br />
memoria<br />
ahora que puedo nombrarte<br />
no te nombro. </div><div align="justify"><br />
<br />
</div><div align="justify"><br />
<strong><span style="font-size: 130%;">El asesino de Zumatra</span></strong><br />
<br />
Hay una mancha de sangre en la pared<br />
cerca de la ventana.<br />
Pelos<br />
pisadas<br />
huellas dactilares<br />
caca dura de perro.<br />
Un orden inverso<br />
teje la realidad en Zumatra<br />
y se apiada del asesino.<br />
<br />
Lo guarda en su blanca caja<br />
y la muerte y la repetición<br />
se ajustan en falsos sitios.<br />
Superposición de movimientos<br />
donde sólo coinciden<br />
las palabras. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">El mentón del cinocéfalo</span></strong> </div><div align="justify"><br />
Mi hija encuentra por ahí<br />
un pequeño auto de juguete.<br />
Lo sostiene<br />
muerde las ruedas macizas<br />
chupa las partes metálicas como si<br />
se tratara de una galletita y le inventa usos<br />
que le roban al aparato su proba y febril utilidad.<br />
Ella no sabe<br />
a qué atribuir mi extrañeza<br />
cuando veo cómo, en sus manos<br />
ese pedazo de historia de la humanidad<br />
va perdiendo jurisprudencia sobre sus formas.<br />
Ella no sabe<br />
que la observo en su más perfecta belleza<br />
llena de la efímera ignorancia<br />
que el tiempo irá reemplazando<br />
por geométricas leyes del conocimiento urbano.<br />
Ella no sabe, y hace bien. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Después del sueño</span></strong><br />
<br />
Amanecen impropios.<br />
Vacíos de costumbres en el cuerpo.<br />
Previstos, acontecidos, sus mañanas y tardes adquieren<br />
la manía de buscarme a diario en estas páginas.<br />
Hojas de ruta anotadas sin nombre.<br />
Hojas sin fechar<br />
realidad en su punto de partida.<br />
Después del sueño<br />
les retornan duendes, escolopendras<br />
marinos y prostitutas, comarcas y desiertos<br />
leguleyos y Carontes.<br />
Retazos de un idioma<br />
<br />
rumores que el día<br />
regurgita en dudosos vaticinios. Imágenes que configuro<br />
a gusto para hacer más pretensiosa la espera.<br />
Dura ley para esos rostros sin anteriores<br />
ni cansancio ni fechoría.<br />
<br />
Les rezuma<br />
tibia leche en las manos y son en la resaca que despinta<br />
ecos en la memoria<br />
ojos que brillan detrás de sí mismos.<br />
<br />
Porque todo en la vigilia<br />
se aprende y olvida en el camino no quieren<br />
dormir, o sí dormir el reverso de la noche<br />
escuchar hasta el hartazgo<br />
sus vagidos<br />
partículas de un tiempo sin medida ni nombre que<br />
<br />
inventaron para sí<br />
tan<br />
sólo<br />
<br />
dioses solitarios caminantes de sus ruinas.<br />
<br />
Sé que buscan conciencia para ver<br />
ese párpado secreto abatiéndose sobre el pasado<br />
ese párpado secreto que todo limpia todo quita<br />
<br />
y andan con la rémora del día en que nada han hecho<br />
espabilando los velos de la fatiga<br />
como un vespertillo en el frío.<br />
<br />
Cuando presienten su sexo<br />
y llueven las frutas del deseo<br />
Cuando esos viejos cuerpos purgan su hambre doblan sus huesos inflamados de naturaleza<br />
se entretienen con modestos artificios, miden el aire<br />
inventan el fuego.<br />
Entonces me río con truenos y centellas.<br />
De una imagen hago palabra y les recuerdo que el absoluto<br />
es nada más que mío.<br />
<br />
Para ellos sólo el hambre.<br />
Deben vivir sobre. No tengo para darles un<br />
tiempo que los desande ni pueda sostenerlos.<br />
Que termine con la noche eterna.<br />
Ella será tan larga como la vigilia.<br />
Ella podrá esperar lo que nadie espera.<br />
<br />
Sin embargo, soy considerado.<br />
Cada día<br />
cuando cierran un nuevo paréntesis de sueño<br />
permito que mi visión los inunde:<br />
asomado sobre el abismo más alto<br />
abro mi ojo sagrado<br />
y los llamo<br />
por sus nombres. </div><div align="justify"><br />
<br />
<br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><div style="text-align: right;">"Sólo algunos llegan a nada, porque el trayecto es largo"</div><div style="text-align: right;">Antonio Porchia</div><br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Vísteme despacio</span></strong><br />
<br />
Me inquietan aquellos impulsos que<br />
nunca llegarán a fin.<br />
El inicio del movimiento en falso<br />
gestos que van tejiendo el lateral<br />
de una trama<br />
que se sostiene en el aire posible.<br />
<br />
Me gusta seguir los pasos<br />
de esas coordenadas<br />
salir a la calle<br />
a ver cómo la nada opera su mecanismo ilusorio<br />
vestirme con aquel costado inútil del desencuentro<br />
con aquel saludo a nadie<br />
que todos hacemos con los ojos bien cerrados. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Nunca es tarde</span></strong><br />
<br />
Ya sé<br />
Primero el odio<br />
después la lluvia que espera para<br />
darse en andurriales<br />
los truenos.<br />
Nunca como hoy me vi<br />
solo.<br />
Una paciencia con el rostro beato de una vaca<br />
los demonios.<br />
<br />
Tenemos el olor de nuestra cueva en la mirada. Nunca<br />
es tarde pues el sitio está vacío.<br />
Siempre. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Los escribas de Zumatra</span></strong><br />
<br />
Los escribas de Zumatra no tienen paz.<br />
Se pasan la mañana escribiendo<br />
mientras cantan una canción:<br />
"Hay que escribir<br />
dulces notas desbocadas<br />
en la noche de decir<br />
de soplar el viento sonámbulo<br />
sobre la carne<br />
sobre la piedra.<br />
Hay que escribir<br />
perpetrar un verano imposible<br />
y mirarlo con nostalgia<br />
como a un árbol en medio del océano.”<br />
Los escribas de Zumatra no tienen paz.<br />
Por la tarde se apiadan<br />
de la pobre gente que no tiene descanso.<br />
Sucios en mercado<br />
de sutiles latrocinios<br />
lloran una lluvia ácida<br />
que tiñe la tierra color espejo.<br />
De noche se leen entre ellos<br />
con ademanes de amantes oxidados<br />
se embriagan hablan mal de los otros<br />
acumulan adjetivos y descripciones inútiles.<br />
<br />
Los escribas de Zumatra terminan bamboleándose<br />
entre oscuros paredones de putas<br />
y los últimos faroles los sorprenden con<br />
los pantalones bajos<br />
corriendo su ambarina blasfemia<br />
en la cortés penumbra de los árboles.<br />
Una bilis lenta que se arrumba en los cordones<br />
y se pudre a la mañana con el agua jabonosa<br />
que echan a la calle las lavanderías. </div><div align="justify"><br />
<br />
<br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><div style="text-align: right;"><br />
</div><div style="text-align: right;">"...-De querer entrever qué dónde-..."</div><div style="text-align: right;">Samuel Beckett</div><br />
<strong><span style="font-size: 130%;">El instrumental</span></strong><br />
<br />
Qué escribir<br />
si una tumba es tan sólo eso<br />
una lisonja contra el cuero<br />
una arco y su flecha en el norte.<br />
Qué si apetece el humor de la sangre<br />
ríos de liviana espuma<br />
bragas insolventes ojos<br />
nubes que se muestran insolentes.<br />
Para qué.<br />
Para que un muerto se pare en un descampado<br />
dando saltos entre el estiércol<br />
para que la noche te diga:<br />
conchapija<br />
o se boicoteen nuestras miasmas salobres<br />
sin ninguna última pena.<br />
<br />
Un tipo lleva su diario<br />
un perro lee sin anteojos.<br />
Una pieza se asegura en su falso sitio.<br />
El instrumental del día va afiatando su pasto seco<br />
y de noche nos lo pasa por la cabeza.<br />
Pero la vida.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Nos miramos como si recién hubiéramos nacido</span></strong><br />
<br />
Nos tocamos los gestos como ciegos<br />
el todo y la nada<br />
mojados<br />
de terror<br />
de sueño<br />
y mil dientes blancos nos vuelven<br />
al principio.<br />
Tormenta<br />
Fuego<br />
libres de palabras<br />
somos animales<br />
belfos que resuellan<br />
hedor<br />
aquello de nosotros mismos<br />
que se esconde<br />
detrás de la historia. </div><div align="justify"><br />
<br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<strong><span style="font-size: 180%;">1.</span></strong><br />
Queríamos tanto.<br />
El blazer del colegio nos quedaba<br />
siempre un número chico.<br />
Teatro remoto donde<br />
dormir el sueño de los justos<br />
<br />
zapatos puntiagudos<br />
gorras en los cumpleaños de quince<br />
<br />
un mundo de siete<br />
u ocho aristas:<br />
tenis criollo en la calle<br />
la frontera de las matemáticas<br />
<br />
las tetas de S. D.<br />
<br />
Y la pelota al pie<br />
inexacta<br />
vía libre al deseo<br />
mano en la nada<br />
que buscaba<br />
en el barro memorial<br />
una grieta<br />
inmaculada de<br />
ciega prepotencia<br />
para guardar con algún orgullo<br />
aquella foto en "Diario Popular"<br />
donde viajábamos colgados de<br />
un camión al obelisco<br />
hechos una nube de banderas.<br />
<br />
Necesitábamos héroes<br />
Y ahí iban<br />
pelota en lanza<br />
reblandecidos de épica<br />
a librar una batalla sin grises.<br />
<br />
Epopeya de niños que<br />
querían ser como Hércules<br />
porque aún no se había caído el pelo<br />
no habían tenido hijos<br />
no habían perdido.<br />
<br />
<br />
<span style="font-size: 180%;"><strong>2</strong>.</span><br />
Seremos<br />
otra vez<br />
once contra once<br />
magnífica simplificación<br />
de la vida.<br />
<br />
Como en los genocidios aplastaremos al rival<br />
si es necesario.<br />
Reinventaremos la epopeya.<br />
Reemplazaremos la guerra.<br />
<br />
Con el traje que los muertos<br />
los fracasados<br />
los carentes<br />
en la calle seremos miles<br />
millones<br />
golpeando cacerolas<br />
agitando la bandera.<br />
Algo nos unirá<br />
por debajo de los zapatos.<br />
Una fragua espontánea y sin nombre<br />
nos hará un gol<br />
una bala<br />
más iguales que el otro. </div><div align="justify"><br />
<br />
</div><div align="justify"><br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>Cupido en Zumatra</strong></span><br />
<br />
Ese camino siempre equivocado<br />
siempre el más largo<br />
y lo nocturno, que nos define.<br />
Ves rodar el viento en el parque<br />
afilando su acero en los árboles.<br />
Ellos señalan el silencio, ellos nos ven.<br />
A sus pies las hojas limpian su fuego nos llevan<br />
de norte nos llevan<br />
en un seminario de susurros<br />
a su cuadrante mágico<br />
nos dicen<br />
que hay un minimal quejido en la tierra que<br />
aún no escuchamos.<br />
Que mi amor, pobrecita<br />
no es esta noche<br />
sobre las otras<br />
no es esta noche pobrecita que Cupido<br />
encontrará entre las matas de pasto<br />
sus perdidos lentes de contacto.</div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><br />
<br />
<strong><span style="font-size: 130%;">Incendio mi casa</span></strong> </div><div align="justify"><br />
Me siento a esperar<br />
a ver cómo arde mi casa.<br />
Aún quiero conspirar<br />
y alimento el fuego con ramas secas.<br />
Algunos brotes crepitan chispas<br />
el humo va tomando habitaciones con<br />
la lentitud de lo urgente.<br />
<br />
Me quedo mirando.<br />
No pretendo ser feliz.<br />
Más allá del fuego<br />
otra cosa mantiene mi curiosidad<br />
toda la noche:<br />
Esa naturalidad con que el futuro<br />
resulta inmune a las llamas. </div><div align="justify"><br />
</div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"></div><div align="justify"><span style="font-size: 130%;"><strong></strong></span></div><div align="justify"><br />
<br />
<span style="font-size: 130%;"><strong>Una ballena propia</strong></span><br />
<br />
El sueño de la ballena propia<br />
te mantiene despierto.<br />
Lógica de lo esencial<br />
material de tormenta.<br />
En un mar en penumbra<br />
un único faro te guía<br />
aún donde no falta luz.<br />
Entre los riscos de agua<br />
sal<br />
y la ballena cada vez más lejos<br />
cada vez más grande.<br />
¿Habrá depositario que pueda contenerla?<br />
Escuchá a esa maldita ballena<br />
que vive en vos<br />
y tan afuera.</div><div align="justify"><br />
***</div>.http://www.blogger.com/profile/05110752531256353009noreply@blogger.com2